viernes, 25 de marzo de 2011

Narciso

Lo que perturba desde siempre al ser humano, aquello que encuentra siempre lugar en el sueño, en el arte...encontrarse frente a sí mismo, el espejo. El gran Gabriel García Márquez cuenta que un día casi le ocurre, que pensó que al fin sucedía eso que tanto había deseado que fuera posible: Su hijo había ido a abrir la puerta de la casa familiar y regresó dentro a decirle a su padre "papá, sal que ahí vienes tú mismo a saludarte". El escritor salió a ver el milagro, pero solo era un arquitecto mexicano que se llamaba tambíén Gabriel García Márquez, y pasaba a saludarle y celebrar la coincidencia.
Cortázar sintió un día el vértigo de verse a sí mismo caminando a su lado por las calles de París. Tenía un fuerte dolor de cabeza y entró a un café a esperar que su otro yo se marchara, sin atreverse a mirarlo, por si realmente era él... en múltiples cuentos recrea la posibilidad de "el otro-el mismo", el alter ego y el encuentro entre ambos: En  Lejana  una chica bien se encuentra por fin en Budapest, y es ella misma pero sin techo, sucia y desgarrada.
www.ciudadseva.com/textos/.../cortazar/lejana.htm

En Una flor amarilla el protagonista se encuentra a sí mismo en un niño al que le suceden las mismas cosas que a él a su edad, así descubre que somos inmortales.También la posibilidad de la vida dentro de  la fotografía, como una realidad más, en  Las babas del diablo.
Vladimir Nabokov relata el escalofrío del encuentro en una pequeña novela, una joya llamada Desesperación.  Orlando de Virginia Woolf. Borges parece no saber hablar de otro tema, su obsesión con la posibilidad del doble, el espejo...
En fin...al fondo del espejo estamos otra vez, y eso es fascinante. En el fondo del espejo vive siempre Narciso, consumido de pasión por sí mismo.

1 comentario:

  1. También viene a mi mente leyendo tu cometario la novela "El retrato de Dorian Grey"; que refleja a la perfección otro de nuestros sueños: separar lo malo de lo bueno que hay en cada uno, no envejecer nunca y que las marcas de la vida, de la mala vida, la responsabilidad de nuestros actos, queden inscritas en ese retrato sin que nuestro cuerpo las note. Imagino ese cuerpo, nuestro rostro, real, envejecido y marcado por el tiempo, mientras que nuestro avatar, joven ágil, ajeno a su paso, continua al otro lado del espejo, viviendo, viajando, acumulando experiencias por nosotros.

    ResponderEliminar